21/11/2020
Mensaje de clausura de la Hna. Teresa Valenzuela, Superiora General
Queridas hermanas y laicas/os
Hace tan solo un par de semanas estábamos iniciando este encuentro congregacional, la VIII CG, dispuestas a afrontar un primer reto: celebrar nuestra Conferencia G. online; experimentar que es posible reflexionar, dialogar, trabajar, evaluar, impulsar,”…Caminar juntas” a través de los medios que la técnica actual nos ofrece. El Covid19 despertó en nosotras otras capacidades y posibilidades.
Pero ese era el primer reto, la puerta de entrada; porque el mayor desafío, más allá del “modo telemático”, era no bloquear nuestra disposición de apertura y escucha al Espíritu. ...porque queremos ser ¡mujeres transformadas por la novedad del Espiritu! y con esto, no ha podido el Covid...¡gracias a El , a cada una de Uds. y a toda la familia Adoratriz que nos ha acompañado con su oración y cariño.!
Posiblemente, recordaremos esta VIII CG como “la Conferencia del año del coronavirus”, pero ojala la recordemos como la Conferencia que buscó con afán superar las buenas intenciones en los planteamientos y buscó con decisión y sin miedos respuestas, aunque pequeñas...señal de algo nuevo o diferente que fueran portadoras de novedad, semillas gestadoras de esperanza cuyos frutos, a partir de ahora, entre todas haremos crecer en el hoy congregacional.
Nos hemos reconocido peregrinas, en camino y en búsqueda, como dice el poema Trasna:
“…Por delante, la niebla ocultaba la pista. ¿Por qué no regresar tranquilamente por el camino conocido? ¿Por qué seguir siendo un peregrino?
Hermanas estamos ante un nuevo escenario que es y seguirá siendo desafío para todas. Estamos en tiempos de incertidumbre, en una realidad precaria y en una época de decadencia del mundo en que vivimos, pero confiamos que la fuerza del Espíritu, que acompañó y guio a Santa Micaela, continua hoy animando a toda nuestra familia congregacional, sobre todo que nos ayude a afrontar la gran encrucijada que tenemos por delante: la de superar toda clase de dispersión de fuerzas y trabajar cohesionadas para fortalecer la Comunión, desde una visión global y de futuro, porque así nos lo exige el mundo globalizado e interconectado en que vivimos.
Contamos con un gran tesoro, la riqueza que nos aporta nuestra experiencia de Adorar que nos permite mirar de otra forma y trascender la realidad...el bosque es más grande . Desde esa mirada descubrimos que un Kairos desafía nuestra fe y nuestra esperanza. El Papa Francisco nos invita a la esperanza que es audaz, sabe mirar más allá de todo lo que puede estrechar el horizonte para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna” (Fratelli Tutti,p. 48)
El XXX CG. nos invitó a dejarnos transformar por la novedad del Espíritu. Desde esa clave, hemos evaluado y definido qué ha de ocupar nuestras fuerzas y qué hemos de potenciar y mejorar para los próximos tres años; conscientes de nuestra realidad, abrazamos nuestra fragilidad apoyada en la fuerza de Dios. No son nuestros deseos, es Dios quien quiere y nos envía para que volvamos dispuestas a trabajar a una, porque la Congregación somos todas, un sólo cuerpo que debemos fortalecer en lo concreto y en lo cotidiano.
Queridas hermanas, regresemos a nuestras realidades dispuestas a seguir siendo peregrinas, siempre en camino. Nos toca trabajar para “construir un Cuerpo para la Misión” (Doc.VII CG p.15) No debemos esperar a otras, somos las que estábamos esperando, es más, nadie hará lo que nos toca hacer a nosotras hoy.
De la mano de María, en el día que la Iglesia hace memoria de su presentación al templo, allí una vez más Dios nos muestra su predilección por la sencillez y lo vulnerable para “hacer cosas grandes”, como en Ella, mujer elegida para “engendrar en su seno” a Su Hijo amado y entregarlo para la Vida del mundo.
Sintámonos portadoras de “esas semillas de nueva vida” semillas pequeñas que Dios quiere que entre todas hagamos germinar en nuestras comunidades y proyectos, en la vida de las mujeres y laicos con los que hacemos camino allí donde estemos para que pueda emerger eso nuevo que deseamos a partir de: un liderazgo con otro estilo, que realmente acompañe y “cuide la vida”, que promueva el camino conjunto con los laicos y en la Misión Compartida, con la mirada puesta en nuestras hermanas las mujeres que están al borde del camino y para quienes fundó Sta. Micaela.
Somos hijas de Micaela, quien nos mostró con su vida que sus “pocas fuerzas y recursos…no impidieron que sembrara e hiciera crecer la misión encomendada… Digamos con ella,… “y si Dios lo quiere he de dejar de hacerlo? aunque me cueste la vida… lo haré!” Seamos como ella...”cómplices del Espíritu”.
De la mano de estas dos grandes mujeres, Maria y Micaela, quiero presentar al Señor el trabajo de estos días:
A Maria pedimos nos ayude a llevar frutos que sean Buena Noticia para la vida de las hermanas, las comunidades, para toda la familia congregacional.
A Micaela le pedimos nos siga acompañando y nos contagie de su amor apasionado, su audacia y confianza total en El, Presente y vivo.
Quiero agradecer a H. Marian Murcia, que tan bien ha hecho honor al servicio de facilitadora y acompañante en los trabajos de la Conferencia. Otras gracias grandes al equipo de redacción, a la secretaria y traductora: Elisa, Gaby, Toñi y Rita.
Les deseo un “simbólico feliz retorno” . No es una despedida: continuamos Juntas en camino... Gracias a cada una de Uds.
H Teresa Valenzuela.
Roma, 21 de Noviembre 2020.
English Version
Previous
Next
32
