Querida familia adoratriz, ya entramos en el ecuador de la cuaresma, tiempo no de tristeza, sino de alegría porque es un tiempo en el que el Señor nos invita a pararnos y reconstruir lo que en cada una de nosotras está roto.

En este tercer domingo Dios se hace humano en Jesús y es una forma en la que Dios se hace cercano en “mí”. Al asumir la humanidad, Jesús expresa la agresividad y la dirige a denunciar la manipulación hacia Dios. Desde este evangelio Dios nos llama a ser denunciadores de esa parte de la sociedad que utiliza a Dios para manejar a otros. Dios nos llama a la reconstrucción de tantos cuerpos manipulados, utilizados, profanados como son las “mujeres que están a nuestro cuidado” (Santa Mª Micaela), tantas personas que se nos acercan o encontramos en nuestro caminar. Templos sin vidas y a los que nosotras estamos llamadas a reconstruir porque son “casa de Dios”

¿Cómo vivo yo mi agresividad?

Hoy seguimos utilizando a Dios para manejar a otros y Pagola en un comentario decía: “Dios es un padre al que solo se puede dar culto trabajando por una comunidad humana más solidaria y fraterna. Hemos de hacer de nuestras comunidades un espacio donde todos nos podamos sentir en “la casa del Padre”.

Pidamos al Señor que nos enseñe a ser “casa acogedora y cálida”, donde no se excluya ni discrimine a nadie. Casa donde aprendamos a escuchar el sufrimiento de los más pobres, de tantas mujeres rotas que llegan a nuestras puertas. Una casa donde todas sus hijas e hijos vivamos como hermanas y hermanos

Que como en el Canto de Salome Arrecibita “fijos los ojos en Jesús” amemos como Jesús amó, oremos como Jesús oró, vivamos como Jesús vivió, siempre con los ojos puestos en Dios, un Dios que se hace humano para que nosotros participemos de su divinidad.

Comparto el nombre de un libro que este último año me hizo mucho bien: Éxodo y éxtasis en Ignacio de Loyola (Javier Melloni). Reza con él, es un camino a la interioridad que te lleva a centrar tu vida en Dios.

¡Feliz camino hacia la Pascua!

Hna. Milagros García